Visitar Menorca en verano es muy apetecible, pero también es posible acudir a la isla en cualquier época del año si tu interés principal es conocer los vestigios prehistóricos que se conservan ubicados en diversos puntos del paisaje menorquín. Porque si algo tiene Menorca además de playas, cuevas, acantilados, pueblos o ciudades, es mucha historia.
La Menorca talayótica es fascinante porque alude a un pasado que ocupa varios siglos y que se remonta a aproximadamente dos mil años de sociedades antiguas, entendiendo como tal aquellas que existían y dejaron su huella antes de la llegada de los romanos, con la consecuente conquista de la isla y su adhesión al Imperio. Hablamos pues, de una cultura remota en términos temporales, sociedades cuyas costumbres y cuyo arte arquitectónico merece la pena estudiar.
El patrimonio de la Menorca talayótica está compuesto sobre todo de monumentos megalíticos de distinto significado para los pobladores del pasado isleño. Se dividen principalmente en talayots, navetas y taulas, que sobreviven en distintos grados de conservación. Los talayots son en esencia torres erigidas con piedras, posiblemente puestos de defensa utilizados para vigilar los ataques enemigos. Los ejemplos en mejor estado son los talayots de Cornia Nou, Trépuco y Torelló.
Presenciar la hierba adueñándose de los intersticios de la piedra de los talayot es una experiencia única, pero en la Menorca talayótica también las navetas son sobrecogedoras. Se trata de casas situadas en zonas que en su día debieron pertenecer a los núcleos más amplios, como ocurre por ejemplo con la naveta des Tudons o las de Rafal Rubí. Estas últimas están muy cerca de Mahón, la capital, de modo que no es complicado desplazarse hasta ellas para hacerles una visita.
Las culturas prehistóricas suelen caracterizarse por integrar los preceptos religiosos, muy ligados a la naturaleza circundante, en su estilo de vida. El caso de la Menorca talayótica no es una excepción y son las taulas las que representan las creencias de los pobladores del periodo postalayótico. Hoy en día se sabe que la población giraba como satélite en torno a estas construcciones, de las cuales hay todavía restos en Talatí de Dalt y en Torralba d’en Salort.
Estos ejemplos, situados todos ellos en distintas etapas de la compleja historia de los primeros habitantes de la isla, no son los únicos.
Descubrir estos lugares tan ajenos a nuestras propias tradiciones, pero al mismo tiempo tan cercanos, bien vale una visita a Menorca, ¿no crees?