¡Así vivimos Halloween en la isla!
Éramos chavales y, como adolescentes, escuchábamos “fiesta” y nos apuntábamos. Y así ocurrió. Un día, estando en el instituto, se corrió la voz de que iba a haber un espectáculo sin precedentes, un evento impresionante al que todos estábamos invitados. Se celebraba en una villa de Menorca de alguien, supuestamente el protagonista, a quien nunca llegamos a conocer. Cuando llegamos al lugar, algo nos llamó terriblemente la atención: la oscuridad; el único tenue destello de luz era el que provenía de la luna. Pero era una fiesta que nos habían descrito como diferente, ¡la tenebrosidad formaba parte de ella!, pensamos.
Comenzó a llegar mucha gente, más de la mitad de nuestro instituto. Había bebida, el delicioso gin de Mahón, típico en toda la isla, y también algo de comida para picar: buñuelos y castañas por doquier que nadie sabía quién había traído, pero estaban deliciosos. Comenzamos a beber pronto, sobre las diez de la noche más o menos y todo parecía ir bien.
Sobre las doce o una de la mañana, ya muchos contentos de tanto gin, a uno de los presentes se le ocurrió hacer un concurso de historias de miedo. Esa fría, húmeda y siniestra noche -decía- estaba para eso. La mayoría aceptó, así que nos dispusimos a salir al patio, mientras unos pocos, los miedosos, prefirieron quedarse dentro.
Contaron una, dos… y, mientras contaban la tercera, empezamos a ver cómo, de pronto y de cuando en cuando, una luz en la tercera planta se encendía. Se encendía y apagaba. Aparecía y desaparecía. Y luego una silueta. Y susurros. Se oían susurros y llantos. Al contador de la tercera historia lo creíamos el organizador y pensábamos que su historia estaba bien montada. Pero no. Aquellas voces lánguidas eran inimitables; aquellos golpes, cada vez más fuertes y seguidos, no eran de mentira; aquellas apariciones, una mujer de cabello negro y largo y un niño con un osito de peluche en mano, no podían estar invitados. Solo unos pocos lo veíamos, los mismos pocos que pudimos escapar de aquella que no era nuestra, sino suya, la fiesta de Todos los Santos. Sucedió un 31 de octubre y, desde entonces, así se vive Halloween en Menorca.
¿Te vienes a disfrutar con nosotros de una noche terrorífica?